Delia Pereira López

Nació en Argentina. Educadora. Apasionada por la pintura.Técnica en cerámica. Perito comercial.

Tesorera y Presidenta en Xochicuicatl.

 

Delia se nos presenta como una mujer luchadora y persistente, que se ha abierto camino en la construcción de su autonomía, sin dejar de dar lugar a su deseo y a sus capacidades, conjugados en el arte, el cual ha consolidado cada vez más como su medio de expresión, vinculación y transmisión.


Delia aterriza en Berlín (1994). En esta ciudad tenía unos amigos, quienes la sorprendieron ofreciéndole un apartamento por un económico alquiler. La confianza de sus amigos y el hecho de contar con ese espacio, la llevaron enseguida a sentirse atraída por la opción de estabilizarse en Berlín. “En ese momento sentí una energía totalmente positiva, significativa, sentí que se me abría una puerta de acogida. Sentí que en Berlín podía estar más cerca de los sentimientos. Recibir y dar afecto. Empecé a saber qué era lo que deseaba para mí”.

Después de sus experiencias en España e Inglaterra, al estar en Berlín le resulto extraordinario el hecho de que a través de su trabajo en la limpieza logrará no sólo garantizar su manutención, sino la estabilidad laboral deseada y una asistencia en salud. En el año 1998, paralelamente a sus actividades laborales, Delia decidió retomar sus actividades artísticas, haciendo cursos de pintura.

Tres años más tarde, participó en el documental Der Glanz von Berlin (i), el cual presenta la cotidianidad de tres mujeres dedicadas al oficio del aseo en Berlín. Delia era una de ellas. Ella encontró en esta propuesta la posibilidad de revelar quién es la persona que trabaja limpiando y qué le significa su trabajo. “En ese entonces yo necesitaba decir ‘aquí estoy’«. Esto en razón de que a lo largo de su recorrido laboral, Delia se percató de una situación que tuvo que vivir de manera reiterativa cuando iniciaba conversaciones con algunas personas: cuando refería cuál era su trabajo, en estas personas había la tendencia a reaccionar de la misma manera. Empezaban a quitarle importancia a la comunicación con ella, hasta diluirla, dándola por terminada mucho antes de lo previsto. Delia encontraba que esas personas no habían querido escucharla ni conocerla, más allá de su trabajo. Para ella esta significación social estigmatizante, era decepcionante e irrespetuosa: “En realidad para mí lo más pesado de ese trabajo no era tanto la carga física, como la carga social”.

Para ella, su trabajo representaba una alternativa de ingresos económicos legítima, estable y práctica, que le permitía paralelamente avanzar en sus intereses personales. Y aquel documental se convirtió en un medio para dar eso a conocer. Y también para expresarse ella misma, acerca de cómo sentía y pensaba, cómo vivía, cómo pasaba su tiempo, cuáles eran sus talentos e intereses. Fue la posibilidad de enviar un mensaje buscando redimensionar la percepción acerca de una persona trabajadora en el aseo. Aquel documental tuvo gran repercusión, por su técnica narrativa que entonces era novedosa y por el contenido de su narración. Lo anterior se reflejó en un importante impacto social, que generó empatía y reflexión. “Fue un triunfo para las directoras, los productores y los distribuidores”.

Encuentro con Xochicuicatl (2003): Una amiga de Delia, Aida Romero, que a su vez era amiga de Susana Yánez – Coordinadora de Xochicuicatl (2002-2013) – la invitó a conocer Xochi, donde podrían orientarla acerca de sus alternativas laborales de acuerdo a su perfil y expectativas. En efecto, indirectamente a través de Xochi encontró una formación como traductora comunitaria, la cual le permitiría aprovechar sus aptitudes con los idiomas y encontrar empleo como traductora de personas migrantes en inglés y español. Y con esta misma población, también como intérprete en centros psiquiátricos, en la Jungendamt. Para ella, este fue un trabajo estremecedor, ya que conoció la dolorosa situación de vulnerabilidad de muchas mujeres migrantes provenientes de países africanos o latinoamericanos, víctimas de violencia de género o blanco de discriminaciones.

“Además de ese trabajo, conseguí otro a tiempo parcial en un taller de cerámica y poco a poco, fui retomando mi autoconfianza, pudiendo hacer eso que sabía y amaba. Además, me vinculé con un grupo de teatro con personas adultas discapacitadas, donde cantaba, actuaba, bailaba, etc. Entre otras actividades artísticas que emprendí en aquella época”.

Vínculo con Xochi: Desde que conoció Xochi, se fue convirtiendo para ella en un punto de referencia. Entabló una relación muy cercana con la asociación. “Yo ahí pude construir una raíz, un vínculo que antes no había podido crear, ni había encontrado”.

“En ese entonces Susana Yáñez iniciaba su periodo de coordinación, había muchas cosas por hacer. Ella con su persistencia y dedicación, lograba sacar siempre adelante las cosas. En esa época todo era muy amateur. Los medios de comunicación no estaban mediados por Internet. Todo había que hacerlo a mano o a máquina, el correo era postal. Luego fue todo evolucionado y fortaleciéndose hasta ser lo que es hoy. Yo me ofrecí a apoyar a Susana con la contabilidad. Esa tarea ardua, delicada, minuciosa, que no mucha gente sabe hacer, que no todo el mundo quiere hacer. Con mis deseos de devolver el apoyo encontrado, surgió de mí ese saber que acumulé con mis estudios de bachillerato comercial. Ese saber que me venía de mi madre y que ella quería que yo realizase muy bien, esperando que yo me convirtiera en una secretaria contable. Esta vez, lo pude retomar no para recibir remuneración, sino más bien para colocarlo al servicio de Xochi y de todas las mujeres que por allí habíamos pasado y las que pasarían luego”.

“Durante el periodo que estuve vinculada a Xochi activamente, fui parte de la Junta directiva, habiéndome desempeñado en tres cargos: Tesorera, Presidenta y Vicepresidenta. Durante este período colaboré llevando los libros de contabilidad. En total fueron 11 años de colaboración (2004-2015). Para mí, Xochi en tanto entidad que trabaja con mujeres migrantes, es fundamental. El trabajo social con aquellas personas que tienen una debilidad o que están en circunstancias de vulnerabilidad, me parece importantísimo. Todas lo sabemos: Hacerse a un lugar, a un trabajo, en un nuevo país, no es nada fácil. Y más cuando no se habla el mismo idioma. Por los casos que encontré en mi trabajo como traductora y a través del mismo Xochi, sé que hay muchas mujeres que sufren por estas condiciones, que muchas veces no cuentan con un apoyo certero y en vez de eso, su situación termina empeorando porque reciben falsas informaciones o porque simplemente no encuentran apoyo. Acogiendo a aquellas mujeres, una asociación como Xochi viene a cumplir una función fundamental para la integración de la mujer migrante”.

Delia se nos presenta como una mujer luchadora y persistente, que se ha abierto camino en la construcción de su autonomía, sin dejar de dar lugar a su deseo y a sus capacidades, conjugados en el arte, el cual ha consolidado cada vez más como su medio de expresión, vinculación y transmisión. Además, es una mujer que cuestiona la contradicción de esta época contemporánea en la que priman discursos de equidad y democracia, y sin embargo, persisten antiguos mitos que sostienen concepciones jerárquicas y discriminatorias, no sólo frente al trabajo doméstico sino también a quien lo asume, llegando a confrontar a esa persona con la desvalorización e invisibilización de su trabajo, que en realidad tiene tanta importancia social y personal como cualquier otro. Xochi en esta historia aparece como la llave que opera a partir de un encuentro con otras mujeres y sus miradas, abriendo nuevas alternativas para reforzar la valorización de sus haberes y saberes, canalizándolos hacia el servicio de la comunidad.

Berlín, 20 de noviembre de 2016

Entrevista y texto: Diomar González Serrano
Revisión de texto: Olga Lucia Ríos González

 

i Ganadora de Premio Grimme 2002. Dirección: Judith Keil, Antje Kruska.2002. Duración: 84′.Versión original en alemán, con subtítulos en inglés.